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“El Gobierno nos condena a la ilegalidad”, “vergüenza” o bien “no más maltrato institucional” son ciertos chillidos que ha podido escucharse este viernes en la puerta de la Oficina de Extranjería, en la calle Silva de la capital de España. Allá se han concentrado múltiples decenas y decenas de personas migrantes para exigir a la Delegación del Gobierno en la capital española que les facilite citas previas para poder gestionar la documentación que necesitan para poder desarrollar aspecto básicos de su vida como trabajar, cobrar el paro o matricular a sus hijos en el colegio.
No se quejan de los requisitos y la enorme burocracia para gestionar o bien renovar sus permisos de vivienda, que asimismo, sino de algo mucho más simple. Sólo desean que alguien les afirme el sitio y la hora al que tiene que acudir con sus papeles para poder ejercer su derechos. Conforme denuncian, desde hace algo más de un año, el sistema para pedir la cita previa para efectuar cualquier trámite, entregar documentación o bien renovar los permisos de residencia es telemático, a través de Internet, pero hace mucho tiempo que tienen serias dificultades para lograr una.
“Antes venías a la oficina, esperabas y te daban la cita presencialmente. Ahora es imposible, no las dan y así no podemos vivir”, lamenta Salah En-Amerouni, ciudadano marroquí de 34 años cuyo permiso de residencia de un par de años ha caducado hace varios meses. “He recorrido todas y cada una de las oficinas de Extranjería de Madrid y hay forma. Estoy desesperado”, asevera, apoyado sobre dos muletas tras una operación que le sostiene todavía de baja.
En-Amerouni está casado con una ciudadana española y es padre de un pequeño de doce años, también con nacionalidad de España. De ahí que tiene un permiso de vivienda y de trabajo que, ahora, no logra renovar. Pero no porque no reúna los requisitos, sino más bien pues, simplemente, nadie le atiende. “Tengo todos los papeles, voy a las oficinas con ellos mas no vale de nada sin cita”, explica. Por eso, En-Amerouni es un inmigrante en situación irregular desde hace 6 meses. “Y prosigo sin tener cita. Me da miedo salir a la calle por el hecho de que la Policía me puede detener y me puede deportar a Marruecos. Me estoy volviendo ido con esta situación. Me entran ganas de plañir sólo con explicarlo”, afirma, con los ojos ya empañados.
A su lado, Chibueze Nicholas se muestra sorprendido con la concentración. “No sabía que había nada organizado. Yo había venido el día de hoy a la oficina a liarla hasta el momento en que me diesen un cita”, reconoce este nigeriano de cuarenta años, con un enfado que a nadie podría asombrar dada su situación. Lleva meses procurando conseguir su turno para renovar su tarjeta de vivienda. “No lo he logrado y ha pasado el plazo para renovar”, se protesta. cita previa huellas policia Las consecuencias han sido tan radicales para él que ahora vive en un albergue. “Sin la tarjeta no he podido regresar a trabajar. Me he quedado sin trabajo. Pero tampoco puedo solicitar el paro por exactamente la misma razón. No tengo ingresos y no puedo pagar el alquiler”, argumenta mientras que muestra su ya inservible tarjeta de vivienda y golpea contra ella sus papeles.
Hace 14 años que llegó a España y nunca ha tenido antecedentes ni problemas, resalta Nicholas. “Llevo 9 años cotizando y trabajando, y ahora, por este trámite tan simple, estoy en un arduo problema, esto ilegal”, añade. Recientemente se divorció y el juez ha establecido que debe abonar la conservación de su hijo. “¿De qué forma pagaré si no puedo hacer nada? Es una situación indigna. Me conozco ya todas las oficinas, mas es misión imposible. No pedimos ninguna ayuda ni ningún subsidio, solo deseamos que alguien nos atienda para renovar los permisos”, sostiene.
"Sin cita no hay derechos", chillan los migrantes en la Oficina de Extranjería de la villa de Madrid.- JAIRO VARGAS
Tanta es la desesperación de estas personas que hay quien está presto a rentabilizarla, prometiendo citas rápidas que han conseguido anteriormente, o abogados sin demasiados escrúpulos que ofrecen sus servicios para ahorrarse este trámite inacabable. “Es común, a mí me han ofrecido comprar la cita. Un conocido me dio un par de teléfonos de abogados. Llamé a uno y me solicitaba más de cien euros. Se supone que pedir vez es un derecho gratuito”, sostiene Nichola.
Alberto Borda, de la Asociación Apoyo, asimismo denuncia esta circunstancia. “En Internet, con una busca rápida, aparecen un elevado número de gestores que ofrecen estas citas a cambio de dinero. Ese mercadeo de citas no habría emergido si estas personas pudiesen acceder al sistema”, desgrana.
Según este activista, entre los trámites más comunes que requieren de esta están la solicitud de permisos de vivienda por arraigo, la inscripción de menores, la petición de permisos para estudios o bien prácticas, la reagrupación familiar o las renovaciones de permisos. “Son aspectos esenciales y estas personas tienen ya si vida paralizada con consecuencias nefastas”, resume. “Son personas que no pueden ejercer sus derechos por un bloqueo administrativo que absolutamente nadie explica. No sabemos por qué razón se dan tan pocas citas, pero parece obvio que, si no ha aumentado el número de solicitantes y si hace algo más de un año el sistema iba más o menos bien, hay una intención de dificultar los trámites necesarios para su integración en la sociedad”, advierte.
Gilma Martínez, durante la protesta por la falta de citas para realizar trámites de Extranjería.- JAIRO VARGAS
A Gilma Martínez, hondureña de cuarenta años que ha logrado últimamente la nacionalidad de España, le urgía tanto lograr una cita a fin de que sus hijas pudieran continuar estudiando en la universidad, que decidió abonar por ella. “Lo ofrecían en un locutorio, me costó cincuenta euros, pues pedí una urgente. Una normal la venden por treinta euros. Ellos están todo el día metidos en la página web, saben en qué momento hay citas y en qué momento se acaban”, explica. Pero de poco le sirvió.
Lleva 16 años en España, trabajando en el servicio doméstico, “muchas veces sin contrato y sin cotizar a la seguridad social. Por eso me costó tanto lograr papeles”, asevera. Sus hijas llegaron a España siendo menores y, gracias a los permisos de su madre, lograron la tarjeta comunitaria de vivienda. Ahora han cumplido los 18 años y sus permisos de residencia ya no dependen de los papeles de Martínez. “Tienen que tramitar ellas sus propios permisos y, para eso necesitan citas, pero es muy difícil”, insiste. Cuando decidió abonar, tuvo que esperar 3 meses hasta el momento en que su hija pudo acudir a la ventana para comenzar los trámites. “Le faltó un papel. Iba a hacer prácticas en una compañía, mas se confundieron en un documento y no pudo realizar el trámite. Ahora tiene que volver a esperar durante meses a lograr otra. Va a perder las prácticas”, ilustra, agobiada.
Desde la Delegación de Gobierno en la villa de Madrid reconocen a Público la existencia de “dificultades”, aunque no han podido detallar las razones por las que estos ciudadanos, con sus papeles en regla, se ven en esta espiral que les priva de lo más básico.
Según Borda, la única medida que Delegación del Gobierno había tomado llegó el jueves. “Publicó una nota notificando de que iba a habilitar 2 horarios para pedir vez para solicitar el arraigo”, mantiene. Sería a las 12.00 horas y a las veinte horas. De esta manera, exponía el Gobierno, se evitaba que la gente tuviera que estar entrando en la web en todo momento para probar suerte y se lograría atenuar la reventa de citas. Al mediodía de este viernes, ha explicado Borda, tan solo uno de los migrantes concentrados pudo empezar el trámite por medio de la web. Ni siquiera pudo acabarlo de manera exitosa.